¿Cómo empezó el proyecto Bebidas de Oaxaca?
Por el contenido del libro se podría pensar trabajo en gastronomía o que tengo formación como investigador o documentalista. Nada más alejado de la realidad. Cuando empecé Bebidas de Oaxaca no tenía idea de lo que estaba haciendo, ni tampoco sabía nada de bebidas tradicionales o experiencia en gastronomía mexicana.
La idea nació cuando llevaba tres meses viviendo en Vancouver, Canadá. Empezaba a extrañar profundamente México. Tal vez por el invierno frío y deprimente, tal vez porque no podía trabajar como fotógrafo por mi visa de turista. Creo que las cosas pasan por algo, y aunque no entendamos el motivo en ese momento, con el tiempo todo cobra sentido.
Vivía en casa de una familia africana. Mi hermano acababa de mudarse conmigo en busca de oportunidades. Una tarde, él preparó un agua de mango. En México eso es común: si una fruta ya está muy madura, se convierte en agua fresca. La familia nunca había probado una bebida así, sencilla y llena de sabor. Se sorprendieron. Empezamos a contarles sobre las aguas frescas en México: sandía, jamaica, horchata, melón, papaya, avena, etc.
Para entonces ya sabía que quería volver a México, pero no sabía cómo ni qué iba a hacer. Después de trabajar en una agencia de publicidad, quedé decepcionado, sabía que no quería regresar a ese mundo que prioriza las ventas sobre el bienestar del equipo o la importancia de calidad en los productos que promociona. Quería trabajar por mi cuenta, viajar y tomar fotos.
Fue en ese momento, tomando agua de mango, que surgió la idea: ¿y si fotografío bebidas tradicionales mexicanas? Sabía que había muchas, pero no tanto. Empecé a investigar. Encontré información repetida sobre las mismas de siempre: pulque, tequila, mezcal, café. Pero no encontraba más información sobre lo que tenía en mente, libros con descripciones, glosarios pero nada visual que me llamara la atención.
Organicé un plan para visitar los estados del sur, empezando por Oaxaca. No conocía a nadie, no tenía vínculos con la gastronomía local, sólo tenía claridad en lo que quería hacer. Mi plan era documentar 13 bebidas en un mes y medio pero el universo tenía otros planes: documenté 87 y me quedé cinco años.
¿Por qué bebidas?
No empecé este proyecto porque fuera un experto. Empecé porque vi una oportunidad de conectar al país a través de algo cotidiano y simbólico. Ya había muchos proyectos sobre tacos y otros platillos comunes pero casi nada sobre bebidas. Quise enfocare a ese tema y aportar algo más a ese hueco cultural.
Al principio quería hacer fotos de producto, imágenes limpias de las bebidas ya servidas. Pero todo cambió cuando conocí el Tejate. Ver su preparación me cambió la perspectiva: no era sólo mezclar ingredientes, era una técnica ancestral que requería paciencia, fuego, metate, comal, maíz, cacao, flores, tiempo y sabiduría.
Me cautivó al entrar a la casa de la señora Lucrecia Ruíz, todos los ingredientes y jícaras llenos de colores, olores. Fue ahí que decidí retratar todo el proceso: desde la planta o árbol que da los ingredientes hasta la bebida servida.
Sin saberlo, empecé a enamorarme del proceso, de lo que hay detrás. Estamos acostumbrados a ver sólo el resultado, pero no el trabajo que implica. Gracias a mi mirada foránea, a mi ignorancia sobre la cocina oaxaqueña, pude fijarme en detalles que a muchos se les pasan por cotidianos. Así construí una biblioteca visual al retratar todo.
¿Qué me sorprendió?
Como dice el dicho, "venía buscando cobre y encontré oro". El oro fueron las personas. Las amistades, la generosidad, la forma en que me abrieron sus cocinas y corazones. Soy del norte y todo esto era nuevo para mí, la calidez con la que te reciben los oaxaqueños y cómo todos se pueden juntar para apoyar al pueblo y familias.
Me sorprendió la resistencia cultural. No sólo gastronómica: también en artesanías, rituales, tradiciones. Me sorprendió el tequio, la ayuda mutua. Me sorprendió salir con las manos llenas de regalos de cada casa que visitaba. Oaxaca me enseñó a valorar la vida, la tierra, la cultura, la colaboración.
También me sorprendió que mi lista de 13 bebidas terminó convirtiéndose en un archivo de 87, lo cual me hizo ver que lo que está en internet es apenas una mínima parte de lo que existe. Aún hay mucho por documentar y compartir.
¿Qué cambió en mí?
Pasé 13 meses viajando por todo el estado, en colectivos, taxis, raites, urban, autobuses y carro. El punto de quiebre fue cuando conocí el proceso del café. Todos conocemos el café en taza o café soluble comercial, pero no el trabajo que implica convertir una cereza en grano. Me sentí afortunado de aprenderlo, de pizcar y de que mi piel se hinchara por la picazón de insectos en el campo pero también triste e indignado por cómo se valora tan poco ese esfuerzo de los trabajadores del campo.
Desde entonces, cambió mi forma de ver la comida, las bebidas y a las personas detrás de cada receta. Empecé a enfocarme en retratar los ingredientes con respeto, en mostrar la belleza del proceso, los colores, los detalles, no solo el resultado.
Mi fotografía también cambió. Dejé el estilo comercial y empecé a documentar de forma más honesta. Sin posar, sin intervenir. Solo observar y agradecer.
¿Qué espero que este libro provoque?
Para quienes lo lean, espero que las historias los transporten a los pueblos, que les den ganas de viajar, probar, cuidar y valorar estas bebidas. Para Oaxaca, ojalá este proyecto se convierta en un pequeño patrimonio que impulse políticas de preservación cultural y gastronómica.
Este libro ha sido un regalo de la energía divina. Me transformó y me conectó con lo esencial. Por eso sigo promoviendo Bebidas de Oaxaca: para que más personas descubran estas bebidas, para que haya más opciones naturales en vez de refrescos, para que las tradiciones sigan vivas.
¿Cómo apoyar Bebidas de Oaxaca?
Hay muchas formas. Una de las más sencillas es elegir agua del día en los restaurantes, evitar refrescos, preguntar qué bebida tradicional hay. Si estás en Oaxaca, visita los mercados, toma Tejate, aguas de temporada, chocolate de agua, y compártelo.
Hagamos virales nuestras propias tradiciones.
También puedes apoyar comprando el libro (físico o digital). Este proyecto crece con cada persona que se suma, con cada gesto de apoyo. Mi compromiso es seguir compartiendo el contenido en línea de forma gratuita, y continuar expandiendo esta biblioteca visual y cultural.
Gracias por leer, y gracias por elegir beber lo que viene de la tierra, de nuestras raíces, de las manos que aún recuerdan cómo se hace.
Siempre estoy abierto para hablar sobre este proyecto, si te interesa promoverlo de alguna manera envíame un correo a info@bebidasdeoaxaca.com